sábado, 21 de abril de 2018

¿Por qué nos cuesta tanto la Abundancia?

¿Cuándo disociamos el espíritu de la materia? ¿Cuándo comenzamos a tener que “ganarnos la vida” en un mundo que por sí mismo nos la ofrecía? ¿Cuándo cercenamos nuestra capacidad de Crear y nos convertimos en pobres y sufrientes trabajadores sacrificados, carentes de placer y de alegría? Hoy reflexionaba sobre esto y la verdad, no sé ni cómo fue, que de repente, me encontré absorta ante la página de Imágenes de Google, abierta en la búsqueda del Rayo Naranja y sintiendo una extraña angustia. Una angustia dolorosa, opresiva. No sé ni cómo llegué a releer cosas leídas ya tantas veces y que creía sabidas, al parecer, aún sin una comprensión real. El Sexto Rayo: Rubí y Oro (“Naranja” para los amigos) es el regente de la Devoción, la Religiosidad y el Misticismo. Más, no sé por qué, AL PENSAR EN DEVOCIÓN, MISTICISMO Y RELIGIOSIDAD ME FALTABA UNA PARTE. Me faltaba la esencia de este rayo, que es la Fuerza Creativa. Pues el Rayo Naranja se presenta a sí mismo como el de la Opulencia, la Abundancia, con todas las letras.

jueves, 19 de abril de 2018

La Paz no se hace, se ES

La humanidad llora su propia tragedia; más el llanto, la desesperación, la conmiseración no ayudan. Ayuda la mirada consciente y amorosa que envía luz azul y conecta con el Bien Mayor. Ayudan las mentes que se alinean en unidad y emiten “Bien Mayor” en forma de acciones o de vibración a los demás. Ayudan las voluntades solidarias que comprenden que la distorsión de los gobernantes es el reflejo de la misma distorsión humana y la purifican en su propio ADN. Que pueden ver que no habría abusadores si no hubiese cientos, miles, millones de personas que por sus propias heridas e improntas kármicas, admiten, permiten y aceptan ser abusadas. El mundo dice: “mueren inocentes”. No es verdad, mueren almas versadas. Mueren servidores nobles que se ofrecen a la tarea de despertar a los que se quedan. Aprendamos de una vez por todas. Hagamos que su servicio valga. La guerra, la violencia, el enfrentamiento, el hambre, el egoísmo, la avaricia, los intereses, la separación, tienen un mismo origen. Un bando contra otro bando, por las razones que quieran crear… siempre. Mujeres contra hombres y hombres contra mujeres. Pro-aborto, pro-vida, pro-“loquesea”. Vivimos generando abismos, creando brechas en las que el “otro” deja de ser un ser humano. Lo despersonalizamos, lo volvemos un objeto al que podemos señalar, inculpar, rechazar, repudiar, despedazar sin darnos cuenta de que al hacerlo, matamos a una parte nuestra. Matamos al ser iluminado dentro de nosotros. Matamos nuestra propia PAZ INTERNA. …Y luego la reclamamos afuera. Justo ahí, ¡donde no está! Nadie nos puede dar la paz que despreciamos. Habitamos un mundo mental. Todo tiene su origen en la mente. La mente opera en función a las CREENCIAS. Las creencias separan a la gente. Y por ello se enfrentan: no por lo que SON, sino por lo que CREEN. Porque creen en tener que sacar ventaja sobre los demás. Porque creen que de no imponer su punto de vista o sus intereses, PIERDEN. Porque piensan que hay algo en riesgo, que está en juego su seguridad personal (la seguridad personal puede abarcar muchos niveles: poder, status, riquezas, control y un largo etcétera). Pero no es así como lo ven, no está en juego su seguridad; lo único que está en juego son sus CREENCIAS, aquellas que conforman la base misma de su noción de “identidad”. Antes de perder esa “idea-de-lo-que-son”, la defenderán a muerte. Su ego fuera de control no puede ceder ese centro, el núcleo mismo desde el cual opera. Sin una identidad que defender, el ego se disuelve. Por eso mata, por eso agrede, por eso ataca, por eso vulnera y por eso busca imponerse. Y por eso no mide las consecuencias. Todo por resguardar una creencia. Más las almas sensibles, las almas despiertas, reconocerán que el odio debilita (llevando a sentimientos de impotencia). Que la indignación no aclara la situación, sino que la enturbia. Que la tristeza está basada en la falta de poder y la conmiseración humana (con-miseria). Que la agresividad es fuerza de acción desbocada; que la violencia sólo incita más violencia. Que la separación es una mentira surgida de las CREENCIAS. Que las creencias son partes sesgadas de la realidad, son verdades a medias. Que si fueran verdades completas, entonces no generarían separación, sino UNIDAD. … Que el único camino para la Paz es SIÉNDOLA, PRIMERO ADENTRO, sin rencores, sin juicios, sin odios, SIN PREFERENCIAS. Si me libero del ego SOY AMOR. Si no necesito resguardar mis creencias, NO TENGO IDENTIDAD. Dejo entonces de ser “yo”, un pobre ente separado y vulnerable, y me convierto en “Humanidad”. Más aún, me convierto en el Todo: infinito Poder Universal. Y desde allí recién, tengo las riendas. Desde allí sí puedo ayudar. Desde allí me convierto en Puente, en Portal, en Canal para que el Bien Mayor se exprese, a través de mi vibración y de mi accionar… Sellando las diferencias, vinculándose en la Unidad, trayendo UNIÓN a la Tierra. La Paz no se hace, se SIENTE, cuando internamente dejamos de pelear. La Paz no se hace, se ES. ¿Queremos paz en el mundo? Aprendamos a SER PAZ. © 2018, Luciana Cámpora